sábado, 19 de septiembre de 2009

"SI ESTOS CALLARAN, LAS PIEDRAS CLAMARÍAN"


“Cuanto más atrás miremos, más lejos podremos mirar hacia adelante.”
(Sir Wiston Churchill)



Por muy interesantes que puedan parecer a mis lectores los temas particulares de cada una de las entradas anteriores, no es mi deseo que constituyan un fin en sí mismos sino que sean considerados como parte necesaria e importante del marco holístico a desplegar para ir logrando una explicación coherente a los misterios que nos rodean... y al papel que nos corresponde asumir como Humanidad frente a ellos.

Por lo tanto, intentando no perder la visión integral que plantea este blog retomaré el hilo conductor que he ido deshilvanando en las entradas anteriores. No obstante, antes de seguir adelante con otras revelaciones, retrocederemos otra vez en el tiempo para continuar sentando las bases que nos permitan ir encajando poco a poco las piezas dispersas del intrincado rompecabezas de la verdadera Historia Universal.

La importancia filosófica que encierra esta necesaria retrospección radica en la enigmática respuesta de Jesús a los fariseos que pretendían acallar las alabanzas de sus seguidores ante las maravillas que habían visto a su lado: "Y él respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían" (Lucas 19:40).


Con ello reveló una sorprendente verdad: Las piedras encierran en su historia el vital mensaje que tanto la Ciencia como la Religión oficiales han pretendido acallar debido a la confusión que les genera el haber equivocado el camino. Cuando fallan las palabras debemos escuchar el clamor de las piedras. Ellas tienen mucho que contarnos, tanto las de la tierra -como veremos en los artículos que seguirán a éste-, como las piedras que se mueven en el cielo (léase espacio)... que son las que nos interesan en la presente entrada.

PIEDRAS EJECUTORAS:

"Entonces hubo una batalla en el cielo. Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón. Luchaban el dragón y sus ángeles, pero no prevalecieron ni se halló ya lugar para ellos en el cielo." (Apocalipsis 12:7-8)

Vimos en la entrada "ANUNNAKI:// Identificando Anomalía / Parte II" que el Creador y sus fuerzas leales declararon la guerra a las fuerzas oscuras, producto de lo cual se produjo una gran batalla en el espacio que tuvo por resultado -además de su captura y confinamiento en nuestro planeta- la explosión del entonces quinto planeta del sistema solar, Faetón, donde posiblemente habían establecido sus instalaciones de avanzada, y cuyos restos en violenta expansión impactaron a los planetas interiores cercanos al estallido con dramáticos efectos físicos cuya magnitud fue directamente proporcional a la distancia de la explosión, destruyendo los ecosistemas que la Anomalía y sus huestes colonizadoras habían implantado en ellos.


Los planetas exteriores no obstante, dado su gran volumen y naturaleza gaseosa, resistieron perfectamente los impactos de estos incontenibles y mortales proyectiles cósmicos, como quedó demostrado en parte cuando colisionaron contra Júpiter el 16 de julio de 1994, veintiún restos del cometa Shoemaker-Levy, fragmentado en varias partes, en las que el impacto de sólo uno de ellos provocó una llamarada de dimensiones mayores a las de nuestro planeta.

¿Tiene respaldo argumental esta original y revolucionaria cosmovisión? Pues sí, y gracias a las "piedras del cielo" cuya disposición y geomorfología nos muestran la evidencia de aquella gran batalla.

ECOS DE GUERRA:

Están para contarnos su tumultuosa y dramática historia, por ejemplo, los miles de restos rocosos que orbitan entre Marte y Júpiter. En efecto, la comunidad astronómica sospecha que en la posición donde actualmente se encuentran orbitando miles de asteroides de todos los tamaños y formas, debió haber existido originalmente un planeta el cual, por razones desconocidas, habría estallado. Como ejemplo de ello, el 17 de agosto de 1972, el astrónomo Michel Oveden afirmaba en Vancouver, Canadá, que un planeta 90 veces el tamaño de la Tierra, ubicado entre Marte y Júpiter, habría estallado hace 60 millones de años (suceso que coincide sorprendentemente con la época de la desaparición de los dinosaurios). Según él, sus restos conformarían lo que hoy se conoce como el Cinturón de Asteroides.

La suposición de su existencia se apoya principalmente en la regla aritmética del astrónomo Titius establecida en el año 1766, que llegó a ser conocida como la Regla de Titius-Bode debido a que, hace más de doscientos años, el entonces director del Observatorio de Berlín, Johan Bode, se apoyó en ella para fundamentar una teoría en la cual sugería que la inmensa cantidad de asteroides que circunda el Sol entre Marte y Júpiter serían los restos de un planeta que habría estallado.

Tal regla, que sería como escribió Arturo Aldunate Phillips "la anticipación de una ley cósmica aún no formulada" (A Horcajadas en la Luz. Editorial Universitaria de Valparaíso, Chile. Sexta Edición, 1976), permite predecir a priori, y con bastante aproximación, la posición respecto al Sol de casi todos los planetas de nuestro Sistema Solar, medida en U.A. (Unidades Astronómicas)

De acuerdo a ella, a 2,80 U.A., correspondería la ubicación de un quinto planeta. No obstante, en dicha zona sólo encontramos el por todos conocido cinturón de asteroides, en el que el mayor de ellos, Ceres, ocupa la posición de 2,78 UA.


Por la posición de sus órbitas, la suma de sus componentes (actualmente se han catalogado más de dos mil quinientos asteroides y se siguen descubriendo más), así como la forma fragmentada de la mayoría de ellos, la zona de asteroides es una contundente evidencia de que pudo haber existido tal quinto planeta, el cual por razones desconocidas -y hasta ahora no demostrables- habría estallado y lo que vemos actualmente vendrían a ser sólo sus restos.

Obviamente un cataclismo de estas proporciones habría provocado un esparcimiento caótico de millones de fragmentos de todos los tamaños en todas direcciones, afectando directamente a los planetas más cercanos, como Júpiter y Marte, y en menor proporción -pero no menos dramática y peligrosa- a los restantes planetas interiores, incluyendo por supuesto a la Tierra como lo avala el Suceso K/T responsable de la desaparición de los Dinosaurios.

También es posible que los numerosos satélites que orbitan en torno a Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, sean cuerpos capturados por la gravedad de estos gigantescos planetas provenientes del estallido del quinto planeta. Por otro lado, el grupo Troyano y el planeta Plutón con su luna Caronte podrían ser también restos de tal explosión capturados en órbita solar.

EL DRAMA MARCIANO:

Otro ejemplo del clamor de las piedras -que vamos a desarrollar con más detalle en esta entrada dado los fascinantes misterios que encierra- es el caso del planeta Marte, hoy un desierto global, escenario de las fantásticas e inspiradoras narraciones de Ray Bradbury y que constituye una de las mayores incógnitas astronómicas de nuestro tiempo.

Si Marte -como las evidencias actuales lo demuestran- tuvo vida y quizás civilización, el resultado en él fue mucho más devastador ya que la colisión casi simultánea de asteroides de todos los tamaños habría destruido su atmósfera, rasgado y quebrantado su superficie y acabado con todo el ecosistema imperante.


“Marte es un planeta con numerosos misterios, y su auténtica importancia en el sistema solar sigue siendo desconocida. Lo único cierto es que antaño rebosaba de lluvia y ríos, de lagos y océanos, y que actualmente es un planeta yermo y muerto. La mayoría de los científicos cree que Marte fue asesinado –‘ejecutado’ no es tampoco un término exagerado – por un imponente bombardeo de asteroides o cometas. Miles de enormes cráteres, que salpican su torturada superficie, constituyen los silenciosos testimonios de ello” (Graham Hancock, El Misterio de Marte. Capítulo 4: El Planeta Jano. Editorial Grijalbo. Primera edición, 1999).

Las fotografías tomadas por las numerosas sondas enviadas al planeta rojo muestran de hecho una superficie desértica, totalmente erosionada, cubierta por miles de cráteres de todos los tamaños, una gran hendidura conocida como el Gran Cañón Marciano (Valles Marineris) de dimensiones colosales (4.000 km de longitud -equivalente a una cuarta parte de la circunferencia del planeta-, 200 km de ancho y 7 km de profundidad, frente a la cual el Gran Cañón del Colorado, Arizona, EE.UU., es insignificante), y una marcada línea de dicotomía entre ambos hemisferios que sólo tiene explicación por el impacto de inmensos asteroides.

En efecto, en el hemisferio norte del planeta la corteza se encuentra deprimida conformando una cuenca marcada abruptamente por los bordes con las tierras altas del otro hemisferio. Invitamos al lector a observar el siguiente mapa:

El aspecto más curioso que podemos observar en este mapa, además del impresionante cráter de Hellas a la derecha y los inmensos volcanes de escudo junto a la Rajadura o Gran Cañon Marciano a la izquierda, es la sorprendente diferencia entre el Hemisferio Norte, bajo y suave, y el Hemisferio Sur lleno de cráteres, que se encuentra, en promedio, unos cinco kilómetros más alto.

Esto ha llevado a especular fundadamente a los investigadores en torno a la caída en el hemisferio sur de al menos tres grandes cuerpos celestes que habrían liberado con sus masas e impulsos combinados, tremendas ondas de presión las que –atravesando el núcleo del planeta– prácticamente lanzaron la capa exterior de la corteza del hemisferio norte al espacio, junto con la atmósfera y el agua que por la onda expansiva de los impactos se había precipitado caóticamente sobre ella,

a la vez que el magma expulsado por dichas ondas provocó luego las erupciones que habrían formado las extensas planicies de emisiones solidificadas Tharsis y Elysium (cada una con enormes volcanes cuyos picos superan en algunos casos los 20 km de altura), además del Olympus Mons, gigantesco “volcán de escudo”, digno de la imaginación de Tolkien, que consiste en un cráter de 80 km de diámetro rodeado de una costra circular de lava de 700 km de diámetro, que conforma por su borde exterior una circunferencia de casi 5.000 km de acantilados verticales de 6 km de altura sobre las llanuras circundantes.


Existen en el hemisferio sur los correspondientes cráteres de impacto: Hellas que conforma una cuenca elíptica de 1.600 por 2.000 km y 5 km de profundidad, Isidis de 1.000 km de ancho y Argyre de 630 km de ancho, considerados los más grandes del sistema solar, resultado del impacto de masas que se han calculado en 100, 50 y 36 km de diámetro, respectivamente. (Ibíd.).

Es difícil imaginar semejante cataclismo sobre un planeta, magno suceso que explicaría, además de la hendidura de Valles Marineris, la depresión en la corteza del hemisferio norte, y las elevaciones en él de la Tharsis Planitia, Elysium Planitia y el Olympus Mons, los siguientes y no menos importantes fenómenos geológicos y astronómicos:

- la denominada “zona caótica” compuesta por un extraordinario desorden geológico al oriente de la impresionante rajadura marciana, cerca del ecuador de Marte “tortuoso paisaje formado por restos de bloques, valles y fracturas que semeja uno de los círculos inferiores del Infierno dantesco”;
- la órbita sumamente excéntrica y elíptica del planeta;
- su velocidad de rotación alterada respecto de su “cifra de equilibrio rotacional” (emplea casi 25 horas en completar una revolución siendo que las leyes de la mecánica celeste dictan que debería hacerlo cada 8 horas);
- las violentas fluctuaciones de la inclinación de su eje (varía de 14,9 hasta 35,3 grados en ciclos de sólo algunos millones de años);
- la casi inexistencia de su campo magnético;
las evidencias geológicas de una repentina inundación catastrófica provocada por un inmenso volumen de agua en rápido movimiento -equivalente a caudales de millones de metros cúbicos por segundo- como lo son el sistema de canales en la Chryse Planitia de 25 km de ancho y más de 2.000 km de longitud que modeló entre otros fenómenos, islas hidrodinámicas en forma de lágrima “que miden 100 km de un extremo a otro”;
- un posiblemente rápido y violento deslizamiento de toda su corteza como una sola pieza sobre las capas más internas.

Todo ello evidencia un catastrófico suceso con características más que suficientes para haber transformado a nuestro vecino en lo que hoy es: un desierto global, un planeta muerto.

¿HUBO VIDA EN MARTE?

Específicamente han trascendido tres descubrimientos de carácter oficial que demostrarían en conjunto que Marte albergó vida en el pasado, los cuales, de ser finalmente corroborados podrían hacer tambalear los cimientos filosóficos, religiosos y culturales de nuestra civilización:

1) El anuncio oficial de la NASA, el 7 de agosto de 1995, del descubrimiento de microorganismos fosilizados en un meteorito encontrado en la Antártica, el que se comprobó procedía del planeta Marte (dicho sea de paso, para que una cosa tal ocurra, es decir para que un fragmento marciano llegase a la Tierra, sólo podría explicarse bajo la óptica del referido cataclismo que asoló a Marte).

2) Las fotografías obtenidas en el año 1976 por la sonda de exploración Viking 1 de la NASA, de la región marciana de Cydonia, que a 1.300 km de altura muestran en medio de una planicie una especie de montaña de más de un kilómetro y medio de largo, que tiene la forma de un rostro vagamente humano mirando hacia el cielo, además de un conjunto de pirámides situadas aproximadamente a 13 km de dicha cara (algunas de más de un kilómetro de lado y ochocientos metros de altura), construcciones colosales que se asemejan notoriamente a las pirámides de Gizéh que se encuentran en El Cairo, Egipto.

3) La afirmación de un destacado científico soviético, hecha en el año 1959, que los dos satélites marcianos Fobos y Deimos serían ingenios artificiales.


El comunicado de la NASA del descubrimiento de microorganismos fosilizados en el meteorito clasificado como AH84001, procedente de Marte, significa ni más ni menos el reconocimiento oficial del gobierno y de la ciencia estadounidense de la existencia de vida en otros lugares del cosmos, pero también la certeza de que la hubo alguna vez en nuestro vecino planeta.

Las imágenes de Cydonia tomadas por la Vicking 1 (fotografías catalogadas como 35A72 y 70A13) feron analizadas por el experto informático de la NASA Vincent DiPietro, y por Mark Carlotto, experto en procesamiento de imágenes, descubriéndose en la Cara la simetría del rostro en la zona oscura respecto de la iluminada, una especie de tocado egipcio alrededor del cráneo, una fina hilera de dientes en su boca y una formación semejante a una lágrima en su mejilla derecha.

No obstante que la NASA se ha empeñado en descalificar las imágenes obtenidas de la Cara, a nuestro juicio sin argumentos de peso, salvo la difusión por Internet de una imagen tomada por la sonda Mars Global Surveyor en abril de 1998, que muestra de cerca un cerro muy erosionado que según ellos forma un juego de luz y sombra que desde la altura engaña a la vista produciendo una ilusión óptica, no ha podido dar una explicación satisfactoria respecto de las construcciones piramidales, cuya artificialidad es muy notoria a la vista, además de haberse descubierto que los ángulos de estas colosales construcciones ocultan varias constantes matemáticas similares a las encerradas en las célebres pirámides de Gizéh.


Por otro lado, como afirman Graham Hancock y Roger Bauval (Revista “Más Allá”. Edición Nº92/10/1996. Artículos Marte: El Color Rojo de la Vida y El Juego de Las Esfinges), el que existan dos regiones, en dos planetas diferentes, en las que se encuentren - aunque a diferentes escalas - un conjunto de pirámides acompañadas de sendas esfinges, “es un misterio que plantea muchas interrogantes, pero que en ningún caso podría dejarnos indiferentes”.

Lo más relevante es que así como las pirámides terrestres son evidencia de una alta civilización en el antiguo Egipto, las construcciones de Cydonia son la evidencia palpable de una antigua civilización y por ende de vida inteligente en el planeta Marte. ¿Qué ocurrió con ella? ¿Desapareció abruptamente con el inmenso cataclismo provocado por la explosión de Faetón? Las construcciones de Cydonia evidencian una gran erosión producto de innumerables impactos de meteoritos. ¿Quedan sobrevivientes de dicha civilización?

En estrecha relación con el tema anterior, que podría responder la última de las interrogantes planteadas, está la extraordinaria y audaz afirmación del profesor Yosif Shklovskii del Instituto Stenberg de Moscú hecha en el año 1959: que Fobos y Deimos no serían satélites naturales de Marte, sino ingenios artificiales, restos de una antigua civilización marciana.


Deimos, el más pequeño, tiene un diámetro de 8 kilómetros y Fobos casi exactamente el doble, tamaños despreciables si se tiene en cuenta que la Luna mide 3.480 kilómetros de diámetro. Ambos satélites prácticamente vuelan sobre la superficie marciana, ya que giran a 23.500 kilómetros (tres y media veces su diámetro) y a 9.300 kilómetros (una vez y media su diámetro) respectivamente, a diferencia de la Luna que orbita a 384.000 kilómetros de la Tierra, o sea, a una distancia de 30 veces al diámetro del planeta.

En las palabras del científico soviético: “Deimos gira alrededor de Marte en 30 horas, 18 minutos y Fobos en 7 horas 39 minutos. Recordemos que Marte da vueltas alrededor de su eje en 24 horas, 37 minutos, 23 segundos. Esta anotación es importante. En efecto, los únicos cuerpos celestes en el sistema solar que giran alrededor de un planeta más rápidamente de los que éste gira en torno a su eje, son Fobos y los satélites artificiales de la Tierra."

En 1941, el astrónomo norteamericano Sharples describía una aceleración de la rotación de Fobos alrededor de Marte. La existencia de esta aceleración ha sido largamente discutida, pero en 1964 puede considerarse como definitivamente comprobada. “Es de 2 grados por cada 50 años, lo cual resulta imposible dentro de los términos de la mecánica clásica celeste”.


“Enfrentado a estos problemas, yo propuse en 1959 una hipótesis totalmente nueva y cuyo carácter poco ortodoxo no disimulo. Todos los fenómenos desconcertantes observados se explican si la densidad de Fobos es de 130 gramos por centímetro cúbico, pero una sustancia tan porosa como ésta no puede ser suficientemente sólida para inscribirse dentro de la mecánica celeste. Las fuerzas que actúan sobre ella desintegrarían el satélite, a menos que sea hueco. Como un cuerpo celeste no puede ser hueco, fui llevado a pensar que Fobos y probablemente Deimos son satélites artificiales de Marte. ¡Satélites artificiales cuya masa es de varias centenas de millones de toneladas! Esta idea, aparentemente fantástica, debe ser, a mi entender, tomada perfectamente en serio. Antes de pocos años la tierra estará dotada de satélites artificiales de varios kilómetros de diámetro. Satélites gigantes podrán girar durante centenas de millones de años y serán los únicos monumentos que sobrevivirán a la humanidad. Los continentes se hundirán o desaparecerán, pero los satélites seguirán dando vueltas.” (Voskhod II, 18 de marzo de 1965) .


Si Marte llegó a albergar algún tipo de vida inteligente, y así pudiera demostrarlo el enigmático comportamiento de sus satélites, podría ser incluso posible que en la desgarrada superficie del planeta hubieran quedado rastros de tipo arqueológico, como pudieran ser los de la región de Cydonia, aunque sean difusos dado el tiempo transcurrido y la corrosiva atmósfera marciana que lo erosiona todo con sus extensas y violentas tormentas de arena.

CONCLUSIONES

El clamor de las piedras celestes es contundente: constituyen la evidencia palpable de un cataclismo astronómico de proporciones en el pasado sideral, que encaja perfectamente con el planteamiento de la guerra espacial entre las fuerzas leales al Creador y las rebeldes, cuyo resultado fue la destrucción del quinto planeta del sistema solar -suceso que provocó la aniquilación de los ecosistemas implantados por estos últimos- y el encierro de las fuerzas oscuras en nuestro planeta para iniciar aquí, -con los seres humanos como medio de prueba- la recopilación de los hechos que permitieran a los habitantes no contaminados del Universo apoyar el juicio y sentencia definitiva de la Anomalía, para así recuperar el equilibrio perdido en la noche de los tiempos.

A partir de la próxima entrada comenzaremos a describir la historia "terrestre" de este proceso, ... que a todos nos involucra.

Por


NOTAS COMPLEMENTARIAS:


Otras extrañezas a constatar, que contribuyen a completar el asombroso panorama que ofrece Marte, son las numerosas sondas espaciales enviadas rumbo al planeta rojo que han fracasado misteriosamente. Al respecto valga como muestra la siguiente estadística resumida tomada del sitio web http://www.ovni.net/sondas_perdidas.html:


  • Mars 1 (Rusia), 21/marzo/1962: A unos 106,760,000 km de la Tierra se perdió la comunicación rumbo a Marte.
  • Zond 2 (Rusia), mayo de 1965: Un panel solar se descompuso y se perdió contacto con la sonda rumbo a Marte.
  • Mariner 4 (U.S.A.), 1/oct/1965: Por razones atribuidas a una lluvia de micrometeoritos se perdió contacto por casi dos años desde el 1965 hasta el 1967 en su misión de internarse en el espacio después de pasar cerca de Marte.
  • Mars 3 (Rusia), 2/dec/1971: Se perdió contacto con su módulo 20 segundos después de aterrizar en Marte (45 S, 158 W) por razones desconocidas. Mientras tanto un mal funcionamiento de la sonda causó que no obtuviera la órbita marciana deseada. La misión espacial a Marte de esta sonda rusa, el primer ingenio de origen terrestre en posarse suavemente en el planeta, falló misteriosamente menos de dos minutos después de haber iniciado la transmisión de la primera fotografía desde su superficie.
  • Mars 4 (Rusia), 10/feb/1974: Los cohetes fallaron en detener la sonda que pasó a 2200 km de Marte y entró en una órbita heliocéntrica.
  • Mars 5 (Rusia), 12/feb/1974: Se perdió contacto alegadamente por la pérdida de presurización de su transmisor en su órbita marciana.
  • Mars 6 (Rusia), 12/marzo/1974: La comunicación se perdió por un error durante su aterrizaje sobre la superficie de Marte.
  • Mars 7 (Rusia), 9/marzo/1974: La etapas para aterrizaje se despegaron prematuramente causando que la sonda pasara a 1300 km de Marte perdiéndose en el espacio.
  • Phobos I (Rusia), 2/sept/1988: Se perdió la comunicación cuando los paneles solares fallaron en orientarse al Sol para cargar las baterías rumbo a Marte.
  • Phobos 2 (Rusia), 27/marzo/1989: Un fallo en las computadoras causó que se perdiera la comunicación al acercarse a la luna marciana Phobos.
  • Mars Observer (U.S.A.), 21/agosto/1993: Por motivos desconocidos se perdió comunicación tres días antes de llegar a Marte.
  • Mars 96 Orbiter (Francia), 17/nov/1996: Esta sonda falló en entrar a su trayectoria hacia Marte y se estrelló por motivos desconocidos en la Tierra.
  • Mars Climate Orbiter (U.S.A.), 23/sept/1999: Supuestamente un error de navegación causó que se estrellara en la atmósfera marciana donde se destruyó.
  • Pathfinder/Sojojourner (U.S.A.), 27/sept/1999: Se desconoce por qué se perdió la comunicación con esta estación en la superficie de Marte.
  • Mars Polar Lander (U.S.A.), 3/dic/1999: Perdida en su aterrizaje en el polo sur de Marte. (76.3°S, 195.0°W).
  • Deep Space 2 (U.S.A.), 3/dic/1999: Se desconoce por qué sus sensores nunca transmitieron al aterrizar en Marte.

No obstante no todas las expediciones han fracasado, ya que las misiones Viking de los EE.UU. transmitieron en 1976 nítidas fotografías de su superficie, como también las sondas estadounidenses que llegaron exitosamente a la superficie marciana a comienzos de 2004, la Spirit y la Opportunity, que han estado enviando a la Tierra impresionantes imágenes que confirman la presencia de agua.

Sin embargo presunciones surgidas en base a revelamientos fotográficos de su superficie mostrando algunos fenómenos inexplicados alientan las sospechas de que, por ejemplo, la Mars Observer pudo haber sido silenciada desde tierra presentándola como un fracaso. Algunas circunstancias que rodean a estos sucesos hacen crecer las presunciones sobre la existencia de algún tipo de interferencia acaso selectiva sobre las misiones terrestres al planeta Marte. Quizás las razones para tal interferencia la contituyan, por ejemplo, fotografías como la que transmitió en el mes de Marzo de 2004 la sonda Spirit: Un rastro en el cielo marciano que dejó asombrados a los expertos de la NASA (Fuente: Agencia ANSA, Viernes 19 de marzo de 2004).

BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA 

  • Aldunate Phillips, Arturo. 1976. A Horcajadas en la Luz. Editorial Universitaria de Valparaíso, Chile. Sexta Edición.
  • Hancock, Graham. 1999. El Misterio de Marte. Editorial Grijalbo. Primera Edición. Roma.

ENLACES RECOMENDADOS Del sitio web Y-JESÚS. Los hechos acerca de Jesús presentado por estudiosos:

VIDEOS RECOMENDADOS: 

1.  La aparente artificialidad de Fobos:


2. Ruinas en la superficie del planeta Marte:



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3 comentarios:

Rortiz dijo...

Muy bueno el artículo, muy entretenido, la forma de escribir lo asemeja a una realidad, discutible pero no imposible en muchos aspectos. Para entender bien el contexto de los articulos creo que se debe leer primero el Libro.

Anónimo dijo...

Creo que las evidencias demostradas en este y otros artículos,facilitan el acceso a lo real.

Orión 7 dijo...

¿Sería posible estimar que esta serie de sucesos cósmicos, de la lluvia de piedras y fragmentos de la destrucción de Faetón que impactaron en el planeta Marte ocasionaran que sus oceános vinieran a parar en gran parte a la Tierra que los capturó en su gravedad?